El autor dedica este poema a las personas mayores, especialmente a las ancianas. Pese al estado que estas personas presentan: decrepitud, enfermedades y defectos, se acuerda de ellas, admirándolas y valorándolas.
Todas las personas mayores son un ejemplo para sacar valiosas lecciones. Pero especialmente las mujeres merecen reconocimiento por todas las situaciones de sufrimiento que pasan a lo largo de su vida y que para nosotros pueden ser una gran fuente de estímulo, fuerza, consuelo, para los que sufren en su juventud y en su madurez
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